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Una perspectiva comparada del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos Ricardo Torres*
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Es bien conocido que ya desde la segunda mitad del siglo XIX, Estados Unidos, por entonces una potencia industrial emergente, se convirti贸 en la metr贸polis econ贸mica de Cuba. Esta relaci贸n se hizo mucho m谩s s贸lida a partir de la intervenci贸n norteamericana en 1898, a la que sigui贸 la conformaci贸n de una amplia base legal desde la fundaci贸n de la Rep煤blica que afianz贸 esos lazos y los extendi贸 a los 谩mbitos pol铆tico, militar y cultural. La brusca ruptura despu茅s de 1959 elimin贸 en muy pocos a帽os una relaci贸n estrecha de larga data;no obstante, esta era muy asim茅trica y en muchos casos limitaba las posibilidades efectivas de un desarrollo econ贸mico aut贸ctono, debido a la penetraci贸n del mercado dom茅stico por grandes empresas de ese pa铆s, las cuales desde el punto de vista comercial y de inversiones disfrutaban de amplias ventajas. Ahora sobreviene este momento de cauteloso acercamiento entre dos estados que compart铆an una profunda relaci贸n que se interrumpi贸 abruptamente, y que han permanecido distantes durante m谩s de medio siglo. Este trabajo trata de establecer paralelos y distancias con lo acontecido en otros contextos a la vez que indaga en los efectos potenciales para Cuba.
驴Vietnam y China como referentes?
Se ha vuelto recurrente en la literatura sobre an谩lisis econ贸micos y geopol铆ticos sobre Cuba el intento de establecer comparaciones con otros contextos que se asumen cercanos a la experiencia cubana y, por tanto, sirven para extraer lecciones potencialmente 煤tiles para el diagn贸stico sobre la situaci贸n cubana y las alternativas viables en este momento de transformaci贸n. Dentro del diapas贸n de posibilidades existentes, una parte importante de estudiosos ha identificado a China y Vietnam como referentes ineludibles para estos ejercicios anal铆ticos. Quiz谩 la raz贸n m谩s evidente estriba en que estas naciones, al menos como objetivo declarado, han optado por amplias reformas a sistemas de econom铆a de planificaci贸n central, manteniendo otros elementos de ese modelo, lo que las aproxima al proceso cubano de "actualizaci贸n".
Sin embargo, aqu铆 mismo se ubica una de las primeras grandes diferencias en el plano pol铆tico: mientras que estos estados asi谩ticos, a ritmos diferentes, han adoptado abiertamente modelos con un notable predominio de mecanismos propios de econom铆as de mercado, Cuba, aunque ha comenzado una reforma significativa de su modelo, anuncia que el objetivo de estos cambios no es el establecimiento de una econom铆a de mercado t铆pica. De hecho, las autoridades cubanas desmarcan expl铆citamente las transformaciones actuales de la "reforma" china o vietnamita, recurriendo en su lugar a la etiqueta "actualizaci贸n".
Esto crea din谩micas diferentes en lo relativo al componente de integraci贸n funcional al sistema global de acumulaci贸n, dominado por el capitalismo en la era de la globalizaci贸n, con una marcada influencia de Estados Unidos. En el caso asi谩tico, el propio signo de la reforma implica a mediano y largo plazo la necesidad de normalizar los v铆nculos con Estados Unidos, eje del sistema mundial. Esto en s铆 mismo anular铆a fuerzas de tipo hist贸rico e ideol贸gico que operan en sentido contrario. Un gran componente de esta aventura es la econom铆a, y para su progreso se requiere de la participaci贸n de la principal potencia contempor谩nea. Cuba asume la necesidad de abrirse al mundo con precauciones, muchas determinadas por la agresividad percibida desde Estados Unidos, por lo que la velocidad de esa integraci贸n marcha a otro ritmo, buscando muchos contrapesos seg煤n el socio en cuesti贸n, Europa versus Estados Unidos, Am茅rica Latina versus otras regiones, China y Vietnam versus otros socios estrat茅gicos, etc茅tera.
Hay otras diferencias. La importancia de China para la econom铆a mundial le ha otorgado muchos grados de libertad a la hora de manejar su relaci贸n con Estados Unidos, conscientes de la emergencia de una dependencia bilateral. El ascenso de Vietnam tambi茅n incrementa su relevancia, la que tambi茅n se asocia a sus diferencias con China o a la activa participaci贸n en mecanismos regionales de coordinaci贸n e integraci贸n como la ASEAN. En el otro lado, Cuba tiene una situaci贸n peculiar. Su relevancia en la pol铆tica internacional est谩 muy por encima de su tama帽o y potencial econ贸mico. Su influencia en Am茅rica Latina es grande, en gran medida debido a la colaboraci贸n brindada en varias esferas sociales, a la sinton铆a pol铆tica con gobiernos progresistas que han emergido en la 煤ltima d茅cada y media, y a la simpat铆a que despierta el acoso de un vecino tan poderoso. El efecto pr谩ctico sobre Estados Unidos es peque帽o, aunque su valor simb贸lico muy alto, debido a que se trata de un mercado inexplorado, con escasa exposici贸n a las fuerzas del comercio y la inversi贸n internacionales.
Adicionalmente, se puede sostener que las revoluciones originarias en esos pa铆ses con los que se compara a Cuba no tuvieron que ver con Estados Unidos. Ese s铆 fue el caso en Cuba, en el que la Revoluci贸n fue tambi茅n un intento por sacudirse de la influencia y las relaciones casi carnales con esa naci贸n. De hecho, el establecimiento de una gran parte de la burgues铆a cubana en ese pa铆s, con una posici贸n claramente en contra de la opci贸n pol铆tica del gobierno cubano, ha sido muy importante para configurar la pol铆tica exterior de Estados Unidos hacia Cuba. Adem谩s, su creciente poder econ贸mico se transform贸 en un influyente caucus dentro del Congreso norteamericano.
Las dimensiones econ贸micas relativas tambi茅n var铆an significativamente. China y Vietnam son pa铆ses grandes, con poblaciones j贸venes en crecimiento, con notable potencial econ贸mico en el mediano y largo plazo. Por sus dotaciones relativas de factores productivos (trabajo, recursos naturales) son funcionales al patr贸n de funcionamiento del capital internacional en lo referente a la posibilidad de explotar mano de obra barata, beneficiada con sistemas educativos en permanente mejor铆a, lo que favorece el desarrollo de las 谩reas din谩micas del comercio y la inversi贸n mundiales, como electr贸nica, autom贸viles (en caso de China), textiles, entre otras. Por el contrario, Cuba es una econom铆a peque帽a, con escasos recursos naturales en t茅rminos relativos, con una dotaci贸n de factores que no encaja f谩cilmente en los modelos de reproducci贸n del capital internacional, por lo que no es percibida desde los grandes grupos corporativos como esencial para el desarrollo perspectivo de los mismos. Esto determina que las presiones sobre la 茅lite pol铆tica de Estados Unidos para normalizar v铆nculos con China y Vietnam han sido relativamente d茅biles si se le compara con el caso de Cuba.
Una vez discutidas las particularidades de la Isla del Caribe, vale resaltar tambi茅n ciertos paralelismos con sus dos aliados asi谩ticos, con los que ha mantenido una estrecha relaci贸n pol铆tica durante la mayor parte de las 煤ltimas cinco d茅cadas. Esta relaci贸n se reforz贸 notablemente despu茅s del colapso del socialismo europeo, etapa que coincide con la maduraci贸n de las reformas en ellos y su salto a la escena internacional como pa铆ses de alto crecimiento econ贸mico.
Aunque difieren en tama帽o, los tres son econom铆as en desarrollo y en transici贸n,[i] lo que se asocia a varios elementos centrales en la conformaci贸n de su agenda internacional. Quiz谩 es oportuno destacar dos de esos elementos. En primer lugar, como naciones subdesarrolladas, el intercambio internacional representa un aporte cr铆tico para el crecimiento y la transformaci贸n productiva en un siglo donde estos v铆nculos se han hecho especialmente densos y variados. Que este intercambio transcurra sin mayores contratiempos se convierte en un objetivo clave de su proyecci贸n externa. Asimismo, una parte sustantiva de la transici贸n tiene que ver con un nuevo esquema de relaciones con agentes for谩neos, entidades financieras multilaterales y bancos, empresas, proveedores, mercados, entre otros; por esto el propio 茅xito de las transformaciones descansa de manera cr铆tica en un manejo acertado de esta dimensi贸n. En definitiva, a distinto ritmo, los tres pa铆ses se convierten en econom铆as m谩s abiertas e interdependientes con el resto del mundo, lo que implica conocer y aceptar con gran pragmatismo muchas reglas que se distancian de las concepciones predominantes en sus gobiernos.
Las tres naciones mantienen sistemas pol铆ticos que se distancian del modelo preferido por los Estados Unidos. Aunque en Asia se adelantaron transformaciones significativas en sus modelos econ贸micos, estas se han realizado en medio de contextos institucionales relativamente estables, sin rupturas radicales respecto a la posici贸n preexistente, lo que permite mantener en la agenda cuestiones tradicionales del discurso occidental como democracia, imperio de la Ley y derechos humanos, retomadas puntualmente seg煤n las necesidades de establecer las posiciones en alguna negociaci贸n o diferendo.
Un aspecto interesante estriba en que los tres han mantenido conflictos de relativa importancia con Estados Unidos en el plano pol铆tico-militar, si bien con implicaciones e intensidad variable. Vietnam es un ejemplo extremo en este terreno. La guerra entre este 煤ltimo y la potencia norteamericana, con un saldo elevado de v铆ctimas humanas por ambas partes y secuelas perdurables para el lado vietnamita, adem谩s de la alianza con la URSS y la colaboraci贸n de inteligencia, determinaron un fuerte antagonismo, cuya superaci贸n se relaciona con la reforma y los 茅xitos econ贸micos de Vietnam. En el caso de China, la posici贸n de Estados Unidos respecto a Taiw谩n y el enclave militar en Corea del Sur frente al gobierno de Corea del Norte, apoyado por los chinos, se mantienen hasta hoy como fuente permanente de desencuentros. Una lecci贸n aqu铆 radica en manejar pragm谩ticamente este tema, de forma tal que no obstaculice la cooperaci贸n en otras 谩reas.
Para Cuba han sido m煤ltiples las focos de enfrentamiento con Estados Unidos: pol铆ticas radicales en los inicios de la Revoluci贸n que llevaron a afectar directamente los intereses norteamericanos en la Isla; posterior alineaci贸n con la Uni贸n Sovi茅tica en la 茅poca de la Guerra Fr铆a, de la que se han derivado varios episodios como la crisis de los misiles; intervenci贸n en la guerra de Angola; apoyo a movimientos populares en Am茅rica Latina y otras regiones, entre otros muchos. La acumulaci贸n de desencuentros en cinco d茅cadas lleva a considerar que este debe ser probablemente el conflicto bilateral m谩s dif铆cil de resolver en los casos de los tres pa铆ses considerados. A esto se suman cuestiones emocionales vinculadas con la cercan铆a de Cuba a Estados Unidos, la gran di谩spora cubana[ii] que vive en ese pa铆s y el imaginario que esta ha construido respecto a la transformaci贸n de la Isla, entendida esencialmente en un tr谩nsito hacia la econom铆a de mercado y la democracia pol铆tica estilo occidental.
17D, 驴y ahora qu茅?
En la literatura sobre econom铆as en transici贸n se ha establecido que el Estado desempe帽a un rol esencial en estos procesos, inherentemente inciertos, con notables costos a corto plazo y generadores de innumerables conflictos, y que un ente con suficiente legitimidad-usualmente el Estado-debe manejar si se aspira a mantener el apoyo para continuar las transformaciones. Bajo esta premisa, algunos efectos de los recientes cambios en las relaciones Cuba-Estados Unidos pueden ser explicados sobre la base de sus impactos sobre la legitimidad del gobierno cubano. En ese sentido, el restablecimiento de relaciones diplom谩ticas tiene un efecto claramente positivo en la posici贸n del mismo debido al reconocimiento impl铆cito del gobierno actual como representante del Estado cubano, y por ende, como contraparte natural para la discusi贸n de una amplia variedad de temas que generan intereses mutuos. Asimismo, para el p煤blico cubano se consolida de alguna forma la narrativa de que el viraje reciente representa la aceptaci贸n del fracaso de una pol铆tica errada, largamente denunciada por el gobierno cubano.
En otros 谩mbitos, el balance de los posibles impactos es m谩s ambiguo. Por una parte, este proceso puede facilitar y/o propiciar la reincorporaci贸n de Cuba al sistema financiero multilateral, lo que generar铆a para la Isla beneficios significativos derivados de un mayor acceso potencial a nuevos recursos, reducci贸n del costo del financiamiento externo v铆a menor riesgo pa铆s, y apoyos en forma de una valiosa asistencia t茅cnica en 谩reas claves del manejo macroecon贸mico exitoso de una econom铆a en transformaci贸n. Para esto 煤ltimo, no menos importante resulta la experiencia acumulada por estas instituciones en su asistencia a otros casos en el pasado. Esto contribuir铆a al 茅xito de la reforma cubana, y por tanto, fortalecer铆a la posici贸n del gobierno.
Por otro lado, una mayor interacci贸n de una amplia variedad de entidades y personas cubanas con el entorno exterior, que opera bajo reglas de mercado, amplificar铆a los reclamos de mayor independencia econ贸mica-para facilitar apropiaci贸n de flujos de rentas-y apertura pol铆tica que permita la representaci贸n de los m谩s variados intereses procedentes de los distintos estratos de la poblaci贸n cubana. A la luz de las concepciones actuales, esto puede ser interpretado como una amenaza por algunos sectores dentro de Cuba, lo que generar铆a una actitud dubitativa hacia las transformaciones actuales y el acercamiento a Estados Unidos.
Quiz谩 conviene resaltar que por m谩s que el balance para Cuba de una relaci贸n normal con su vecino del Norte es netamente positivo, este proceso de acercamiento en s铆 mismo no sustituye los cambios que requieren el entorno productivo y la reproducci贸n social en el pa铆s. Ser铆a un error estrat茅gico y un espejismo imperdonable considerar que el principal obst谩culo para la prosperidad del pa铆s est谩 m谩s all谩 de sus fronteras. En este contexto cabe sintetizar las lecciones extra铆das desde China y Vietnam.
Las reformas no se deben a la necesidad de mejorar la relaci贸n con Estados Unidos, sino a las insuficiencias de estos modelos para crear una prosperidad duradera. En el sendero de los cambios, la inserci贸n externa es clave como veh铆culo de desarrollo, y para ello, es imprescindible a largo plazo normalizar los v铆nculos con el pa铆s norteamericano, la principal potencia del mundo actual. Esto requiere manejar con gran pragmatismo estos lazos para impedir que m煤ltiples desencuentros afecten la consecuci贸n de los objetivos estrat茅gicos. Por dolorosos que sean los hechos del pasado hay un espacio para pasar la p谩gina de la historia. Conviene apuntar que, en todo caso, los impactos ser谩n especialmente fuertes para Cuba, m谩s peque帽a, cercana y cultural e idiosincr谩ticamente muy occidental.
*Ricardo Torres is Professor of Economy at the Centro de Estudios de la Econom铆a Cubana, Universidad de La Habana.
Footnotes
[i] Transici贸n en este contexto se utiliza para significar el proceso de cambio desde una econom铆a de planificaci贸n central hacia otra donde el mercado desempe帽a un papel mucho m谩s importante en la asignaci贸n de los recursos y la determinaci贸n de la oferta y los precios.
[ii] Cabe destacar que esta comunidad se ha constituido en un espacio mucho m谩s diverso y plural en la actualidad, observ谩ndose posiciones claras favorables a un acercamiento entre los dos pa铆ses, con un bajo componente de condicionamiento previo. Esta comunidad actual ha sido un elemento clave en la conformaci贸n del capital pol铆tico que utiliz贸 el presidente Obama para decidir un cambio sustancial en la pol铆tica hacia Cuba.
By the Center for Latin American & Latino Studies and the Social Science Research Council